Proyecto Junio: Banda Sonora


Mudo Pacto

Respiraba el salobre sabor de la marea golpearle el rostro con candores inexplicables, advirtiendo la zarpa aguda de la quemazón que producía el frío al lacerar su piel con urentes heridas, allí, en la zona de sus sonrosados músculos, que tentados se veían en la fogosa tarea de oscular, la cual no practicaba desde incontables décadas. Concentrado llevaba su anhelado cometido con parsimonia análoga al más afanado experto. Suficientes inviernos se atizaron contra su ajada existencia como para soportar uno más, aunque de fútil apariencia fuese para algunos, su desequilibrada mente tolerarlo jamás podría. Azul y azul se batieron en silente contienda, asaeteando con su mirada un punto mucho más lejano que aquella a la que su mortal visión limitada estaba.

"¡Apareced, irrisorias envergaduras de los castigos eternos!...
¡Venid, pues, a quitar mi aliento de su prisión dañina… a liberar mi alma aherrojada en el cerrojo de este cuerpo terrenal!"


Rótula dio contra la arenosa alfombra que se abría bajo el peso de su cuerpo vacio. El gaznate tiznado en bermellón rompía con la virulencia de la impotencia el viento cortante, provocando ecos en tan desolado margen, sin nadie a su derredor para escucharle, al menos supuesto así habría. No existía un "algo" que pudiese apartarle de su suplicio, por más que seccionase la carne dadivosa, o que entre momentos de repentina enajenación repitiera lo que sus ojos acostumbrados estaban. Nada, sus gritos mudos como siempre, no eran respondidos. Hasta ahora.

"Complacido será entonces…" – Y sus orbes aguados rebuscaron los confines vacíos de su derredor – "Recibe de entre mis manos esta nueva vida como una herida latente, mas no permitiré jamás que el suicidio cure la cicatriz. Deseo que vuestro amado Creador contemple, a cualquier hora de su eternidad, la abierta grieta que hoy doy sobre su oculto orgullo. Este es el castigo que le inflijo. Esta es la oportunidad que te doy".

Gutural voz resonó en las inmediaciones de sus canales auditivos, abarcando prolijamente la totalidad de sus sentires en una mescolanza tan compleja que compuso uno más de sus enigmas. Blanco comprendió sus bochas, cegándole, seguido por un negro más espeso que la misma brea.

Silencio…

Mircea~

Este escrito forma parte del proyecto del mes de junio perteneciente a Adictos a la Escritura.

Proyecto Junio: Banda Sonora






VETUSTA FALSEDAD


Cuán agonizante existencia mundana. Inquietudes varias se le abarrotaban en la mente, no obstante, ninguna con el lastre suficiente como para quitarle la narcosis. Se situó junto al occiso, éste denotaba plusválidas laceraciones, una tras otra, el número sólo iba en crescendo allí por donde se mirase. Tanta carne exenta no dejaba sitio para la imaginación, sino que, solamente para ejecutar en cruda acción. Realidad. Tenía los labios húmedamente jubilosos de bermellón, untaba tres dígitos reiteradamente como si estuviera probando el mejor de los manjares, un bocado supremo que contenía todas las vitaminas y minerales que a él le hacían falta con extremosidad.
La musicalización de fondo, suave, disímil a su idiosincrasia, le trajo exquisitos recuerdos de infancia. ¡Qué recuerdos aquellos! Desde la misma puericia fue el hijo pródigo del Diablo, siguiendo la dogma fe de la iniquidad, la mansedumbre y la bonanza eran sus peores y pérfidas enemigas. Y nótese que de eso, el mundo estaba lleno. Sí… la humanidad estaba íntegramente ciega.
Aquí recaía la responsabilidad ¡Su responsabilidad! Iracundo, le temblaban las manos cada vez que veía obras de caridad ¡Hipócritas! Estúpidos llenos de mentís que revestían sus actos infectos regalando lo que ya no usaban, basura. Él, un joven núbil, dictaminó con el corazón en la mano que sería el príncipe de las tinieblas, que traería el caos allende por donde fuera. Y así fue.
Era huérfano, y eso le alegraba, odiaba el cariño tanto de palabra como de tacto ¡No me toquen! Se mantenía cautivo en la oscuridad de su alma, sentándose en rincones como las arañas de febril tósigo. Absorto oteaba en lo que sopesaba los más macabros planes. Sonreía de vez en cuando, cada vez que llegaba a deliciosas conclusiones de matanza. La primera vez fue sumamente placentera, mejor que el sexo, no… no había punto de comparación. Envenenó los alimentos con un nocivo extinguidor de ratas, cayeron todos en el orfanato, incluso los cocineros, pésima idea comer todos de la misma cacerola en cuestión, sobre todo… en el  ídem horario. Menos él que en cama estaba. Nada le hicieron, los policías miraban su bella carita de porcelana creyéndolo incapaz de cometer semejante barbaridad. A priori le siguieron un sinfín de eventos con el fin de dar rienda suelta a su tirria, jamás escondiéndose de Dios ¡Nunca! Heme aquí, su profesión surgió innata desde que tuvo uso de razón.
Abolió los recuerdos, y la realidad cayó gélida sobre él. Nuevamente, se concentró en el cadáver. Ingirió grandes cantidades de sangre, sin embargo, está vez lo hacía finamente en cristal, una copa que guardaba solo para ocasiones especiales, como ésta. Estaba en sus mejores años, la veintena de primaveras que cargaba le venía a flor de piel, ¿Y su mente? Ah sí, mejor que nunca, gozaba de jovialidad, nadie tenía el derecho de llamar perturbado a otro, más cuando todos éramos creyentes de algo en forma desigual. ¡Locura pura! ¿Quién era el fehaciente contenedor de la verdad?
Le aguardaba un ansiado futuro, anacoreta por demás, no precisaba de estorbos en su camino. Las autoridades hasta ahora nunca dieron con su paradero, ni de su faz sabían, absolutamente obcecados con otro tipo de inquilino. Él, exudaba elegancia y belleza, dinero en cantidades menores empero se mantenía muy bien, ni siquiera reconocía el aroma de la pobreza. Media clase alta.
Atisbó la lluvia azotarse contra el ventanal, una noche plenamente maravillosa. La abrió y asomó parte de su humanidad por el alféizar. Miles de serpientes brillantes aterrizaron sobre su piel y ropa. Estaba de buen humor, su vida apenas acababa de iniciar, al igual que su carrera asesina.
                                                                                                     
  ROSSIEL BLACK DARK




Este escrito forma parte del proyecto del mes de Junio perteneciente a Adictos a la Escritura.  

Dislate del alma ~Autor: Rossiel Black

¡Tócame! Te obligo a que lo hagas. Déjame hacerte parte de la locura, de mi perturbación. Oh no, no te preocupes, desde ya os juro que nunca volverás a ser igual como lo eres ahora. 
¡Nunca! ¡Nunca, me escuchaste! volverás a ser parte de la humanidad. No después de mí.
No después de que yo te haga mía.
Te romperé en mil esquirlas y luego las clavaré de lleno en mi pecho, sobre éste maldito músculo tan lleno de vida que te exige a gritos. ¡No! ¡Muérete! ¡Púdrete! Todavía puedo salvarme de tu cárcel, aún no hecho llave a este encierro eternal. Sé que tú serás mi desgracia, el peor error, mí debilidad.
Quiero y no quiero... tenerte. 


 
                                                       ROSSIEL BLACK DARK